Casi la mitad de la población tiene miedo de acudir a una cita con el dentista. En la mayoría de los casos, ese temor está ligado a una mala experiencia cuando uno es niño. Poder controlar lo que se conoce como estomatofobia es fundamental, ya que si no se trata puede llegar a provocar el rechazo por parte del paciente a cualquier tipo de cuidado de la boca. Sin embargo, lo normal es sentir una ligera aprensión, o al menos así lo refleja una encuesta realizada en Francia, según la cual sólo el 2 por ciento de los entrevistados tiene verdadera fobia al odontólogo.

Por suerte y tras los últimos avances y técnicas que se han desarrollado en esta materia, ir al dentista no tiene porqué ser sinónimo de sentir dolor. En cambio, si dejamos pasar el tiempo y retrasando una y otra vez la visita al odontólogo, ponemos en riesgo nuestra salud, haciendo que las molestias se agraven, perjudicando también a nuestro bolsillo.

Los expertos recomiendan en estos casos que no hagamos caso de las experiencias que nos cuentan amigos y familiares, ya que cada persona es distinta y el dolor es una sensación subjetiva. Además, es importante controlar los nervios, ya que no nos van a ayudar y lo único que conseguiremos es pasar un mal rato.

El papel del odontólogo también es fundamental en estas crisis, ganándose la confianza  de las personas que se sientan en el sillón. De esta forma, se abrirán al especialista contándole sus miedos y problemas. Un ejemplo de ello lo tenemos en el odontólogo de Las Palmas que trabaja en Caredent, que ha sabido conectar con sus pacientes gracias a su trato cercano y familiar y a su asesoramiento, ofreciendo al mismo tiempo un servicio de calidad a un precio muy competitivo.